El reciente temporal que azotó Bahía Blanca el 7 de marzo de 2025 dejó a la ciudad sumergida bajo el agua, con precipitaciones que alcanzaron los 400 milímetros en pocas horas. Este desastre natural provocó al menos 16 muertes y obligó a evacuar a miles de personas, resaltando la vulnerabilidad de las infraestructuras urbanas ante fenómenos climáticos extremos.
En situaciones como esta, la labor de los bioquímicos y los laboratorios especializados en análisis de agua se vuelve crucial para garantizar la salud pública. Las inundaciones pueden contaminar las fuentes de agua potable con microorganismos patógenos y sustancias químicas nocivas, aumentando el riesgo de enfermedades hídricas.
Los análisis de agua se dividen en dos categorías principales: biológicos y fisicoquímicos. Los análisis biológicos buscan detectar la presencia de bacterias como coliformes totales, coliformes termotolerantes y Escherichia coli, indicadores de contaminación fecal. Por otro lado, los análisis fisicoquímicos evalúan parámetros como pH, turbidez, conductividad y demanda bioquímica de oxígeno (DBO), que reflejan la calidad general del agua y su aptitud para el consumo humano.
La intervención de profesionales bioquímicos es esencial para llevar a cabo estos análisis de manera precisa y confiable. Su formación les permite interpretar los resultados y asesorar a las autoridades sanitarias en la toma de decisiones, como la necesidad de emitir alertas sanitarias, implementar medidas de desinfección o clausurar fuentes de agua contaminadas.
Además, los laboratorios especializados cuentan con el equipamiento necesario para realizar pruebas detalladas, desde la detección de contaminantes microbiológicos hasta la identificación de sustancias químicas peligrosas. Estos análisis permiten una respuesta rápida y efectiva ante emergencias, minimizando el impacto en la salud de la población afectada.
En conclusión, la colaboración entre bioquímicos y laboratorios de análisis de agua es fundamental para enfrentar las consecuencias de desastres naturales como la inundación de Bahía Blanca. Su trabajo garantiza la calidad del agua y protege a la comunidad de posibles riesgos sanitarios, destacando la importancia de la ciencia y la tecnología en la gestión de crisis ambientales.