Durante años, la aromaterapia fue considerada una práctica alternativa. Sin embargo, investigaciones recientes en el campo de la bioquímica están demostrando que ciertos aromas tienen efectos tangibles y medibles sobre nuestro organismo, influyendo en el estado de ánimo, la calidad del sueño y la respuesta al estrés.
Un ejemplo de ello es el estudio de los compuestos volátiles presentes en plantas como la lavanda, el romero o el jazmín, que al ser inhalados activan receptores olfativos conectados directamente con el sistema límbico, la zona del cerebro vinculada a las emociones y la memoria.
Desde el punto de vista bioquímico, esta interacción puede desencadenar la liberación de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, asociados con la sensación de calma y bienestar.
El bioquímico español Albert Xamena, especializado en estrés y memoria, recomienda incluso dormir con flores de lavanda cerca de la cama, ya que sus compuestos naturales, como el linalol, han demostrado tener propiedades relajantes y ansiolíticas.
Estos hallazgos abren nuevas puertas para integrar la aromaterapia dentro de un enfoque científico, combinando el conocimiento tradicional con la evidencia biomolecular.
Así, la bioquímica aporta una nueva perspectiva: los aromas no solo estimulan los sentidos, sino que también pueden convertirse en aliados para la salud emocional y el equilibrio físico.