CUBRA destaca la importancia del trabajo interdisciplinario entre pediatras y bioquímicos para garantizar un desarrollo saludable desde los primeros años de vida.
El control de la salud infantil constituye una herramienta esencial para acompañar el crecimiento y prevenir enfermedades. En este proceso, el laboratorio bioquímico cumple una función clave al aportar datos objetivos y confiables que orientan las decisiones médicas y permiten un seguimiento integral del niño.
Los estudios de laboratorio contribuyen a detectar alteraciones en etapas tempranas, evaluar el estado nutricional y monitorear el correcto funcionamiento del organismo. Desde un análisis básico de sangre o de orina hasta pruebas hormonales o metabólicas, los resultados bioquímicos ofrecen información valiosa que complementa la evaluación clínica pediátrica.
Durante las diferentes etapas del crecimiento, los análisis acompañan al niño y su médico:
- En los primeros días de vida, el tamizaje neonatal permite identificar enfermedades congénitas que requieren diagnóstico precoz.
- Durante la infancia, los controles bioquímicos ayudan a evaluar el metabolismo, el crecimiento y posibles deficiencias nutricionales.
- En la adolescencia, aportan información sobre el equilibrio hormonal y el impacto de los hábitos en la salud.
El intercambio entre pediatras y bioquímicos resulta fundamental para interpretar los resultados dentro del contexto clínico, garantizando un abordaje integral y personalizado. Además de contribuir al diagnóstico, el laboratorio es una herramienta de prevención y monitoreo continuo, favoreciendo una atención más completa y segura.
Desde la Confederación Unificada Bioquímica de la República Argentina (CUBRA) se promueve la labor del bioquímico como parte esencial del equipo de salud, destacando su compromiso con la calidad analítica y el acompañamiento profesional en cada etapa del desarrollo infantil.